jueves, 5 de noviembre de 2015

3ª PRESIDENCIA DE PERÒN



- Los tres meses de Lastiri

Según la ley de acefalía el cargo debía ser ejercido por el presidente del Senado. Pero, Alejandro Díaz Bialet, de repente descubrió que tenía que cumplir una misión en el extranjero y se alejó temporalmente, asumiendo el cargo de presidente provisional de la República el mismo 13 de julio el presidente de la Cámara de Diputados, señor Raúl Lastiri, y habló a la nación prometiendo al pueblo la pronta convocatoria a elecciones. También el general Perón habló al país y se refirió a su candidatura, que aceptará aunque le signifique un “inmenso sacrificio”.

Uno de sus primeros actos de gobierno fue aceptar las renuncias del ministro del Interior Righi y del de Relaciones Exteriores Puig y reemplazarlos con peronistas de la primera hora.

Las elecciones serían el 23 de septiembre; inmediatamente se comenzaría a hablar de la fórmula Perón-Balbín como una nueva posibilidad de realización del sueño dorado. Perón dijo a la prensa: “con Balbín voy a cualquier parte”, dicho que alimentó más aún la formula.




El 10 de agosto el Poder Ejecutivo se instaló en la Antártida, por el Día de la Fuerza Aérea. Lastiri, Isabelita, Robledo y Benítez lo celebraron “muertos de frío”, al decir de la revista El Burgués. El 11, Perón e Isabelita aceptaron formalmente integrar la fórmula. Y el 12, la convención radical proclamó la suya: Ricardo Balbín-Fernando de la Rua. También el 10 la Chancillería anunció el próximo ingreso de la Argentina en el bloque de los No Alineados.

El 24 se informó sobre acuerdos con Bolivia -en el área de los hidrocarburos- y de cooperación con Cuba. El 29, la Cámara de Diputados aprobó la ley de restitución de bienes a Juan Perón, y el canciller Alberto J. Vignes se embarcó rumbo a Argelia, para participar en la Conferencia de Países No Alineados.

El mes se cerró con un desfile masivo, organizado por la C.G.T. y la Juventud Peronista, de apoyo al candidato presidencial. Pero antes, el 30, Perón dio a los legisladores justicialistas, en el Congreso, otra de sus clases magistrales. En vísperas de la conferencia de Argelia, se explayó sobre la problemática internacional, y habló también del Frente Justicialista de Liberación Nacional. “Pero nosotros -dijo esa vez- debemos comenzar a pensar en grande. Ese juego de enanos que se ha dado en muchas oportunidades, tenemos que abandonarlo”. Pero Ese juego, lamentablemente, no iba a terminar.

Peron Presidente

El Gobierno convoco nuevamente a elecciones presidenciales para el 23 de septiembre, e inmediatamente se comenzaría a hablar de la formula Perón-Balbín como una posibilidad. Mientras esta idea y la de la creación de un consejo de estado intrigaban y entusiasmaban a muchos argentinos, la realidad los iba desencantando. La designación de vicepresidente recaería sobre la persona señalada por el dedo de alguien que se suponía actuaba en nombre de Perón.



El 22 de agosto, en acto realizado en el estadio de Atlanta y convocado por la Juventud Peronista, Mario Firmenich lanzó sus dardos contra la candidatura de Isabelita, quien, ante otras expresiones adversas, declarará un día después: “No tengo motivos para renunciar a mi candidatura”.

s.

La campaña electoral fue muy liviana, ya que se trataba de una ratificación de lo que todos sabían: Perón seria el nuevo presidente.

De todos modos, el cerro su campaña con un mensaje televisado que fue como una clase de repaso. Abordo todas las necesidades del momento y pidió “cooperación activa y fehaciente” en caso de un triunfo del Frente Justicialista de Liberación.

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Asunción

La tercera presidencia de Juan Perón, iniciada el 12 de octubre, no transcurrió en un lecho de rosas, puesto que a los problemas del país se sumaban los internos de su Movimiento. El gabinete que lo acompañó estaba integrado en su gran mayoría por peronistas y veteranos: Benito Llambí, Jorge Taiana, Alberto Juan Vignes, Angel Federico Robledo, Ricardo Otero y Antonio Benítez. También estaban en él José Ber Gelbard y José López Rega, reclutados en la década de 1970.

Juan Perón según sus hábitos, madrugaba para ir a la Casa Rosada. Creó nuevas secretarías en la Presidencia y ubicó al Dr. Vicente Solano Lima al frente de la Secretaría General. Trabajaba más de lo que su salud le aconsejaba y permitía.

El 7 de noviembre la Cámara de Diputados aprobó la ley de inversores extranjeros y un día después Perón confirmó al Consejo Superior del Movimiento, encabezado por el senador Matiarena. Dos días después, el presidente visitó l base de Puerto Belgrano, donde habló a los altos mandos de la Armada.

El presidente cerró el año con su clase a la C.G.T. (el 27), un discurso a los mandos de las Fuerzas Armadas (también el 27) y un diálogo con los periodistas (el 31). En el curso de este último abordó la cuestión de la reforma constitucional, sobre la que mostró especial prudencia: se negó a opinar si debía hacerse en 1974 ó 1975, y sobre la duración del mandato.



Relaciones exteriores

EL aumento en los precios internacionales de los productos agropecuarios contribuyó a la desaceleración de la inflación pero la crisis mundial de combustibles rápidamente hizo que tales ganancias fueran nulas. Como había sucedido antes, durante la era peronista, la Tercera Posición era una política más fácil de explicar que de aplicar. El único éxito mencionable alcanzado por el conductor fue la concreción de un acuerdo comercial con los cubanos por 1.2 billones de dólares por el cual la Argentina se comprometía a venderles vehículos automotores y otros productos manufacturados en abierto desafío al esfuerzo, de Estados Unidos por mantener el bloqueo económico impuesto sobre la isla.



El verano del 74

Para el presidente de la República, enero no fue un mes plácido, ni alentador. El 19 el ERP reanudó la ofensiva atacando Azul, provincia de Buenos Aires, al cuartel del Regimiento 10 de Tiradores Blindados, una de las unidades más poderosas del Ejército. La organización procuraba obtener armas para abastecer su futura guerrilla rural, al mismo tiempo que intentaba alcanzar un objetivo político: “provocar a Perón para que se mostrara como un defensor de las Fuerzas Armadas.” (Seoane).

El ataque, llevado a cabo por una fuerza que las distintas fuentes estiman entre ochenta y cien combatientes, no tuvo más éxito que la muerte del jefe de la unidad, coronel Camilo Gay, su esposa y un soldado, y la captura del teniente coronel Jorge Ibarzábal, jefe del Grupo 1 de Artillería Blindada (Fraga). Gay era hijo de un compañero y amigo personal de Perón.

La muerte de Gay, defendiendo la unidad, y sobre todo la de su esposa, contribuyó a presentar a los asaltantes con crueles rasgos frente ala sociedad. No fue mejor la impresión que causó el largo cautiverio - seguido de muerte - de Ibarzábal, especialmente en la oficialidad del arma.

La desaparición de dos guerrilleros, presuntamente capturados y asesinados, no mejoró la imagen del ERP. Este se automarginaba y, al mismo tiempo, dejaba a la intemperie a sus posibles aliados frente a la previsible represión.

Dificultades económicas

Desde enero de 1974 comenzaron a notarse dificultades económicas por la falta de flexibilidad del Plan Gelbard. Taccone piensa que existió una “excesiva concentración de poder en torno de la C.G.E.; y que si a eso se agrega que “detrás estaba el poder de Perón, ¡y qué poder!, se comprende que Gelbard tuviera un poder muy grande. No hizo apertura, no hizo participación, ni con el sector empresario ni con el sector obrero.” (conversaciones con Juan J. Taccone). Para el ex dirigente de Luz y Fuerza, en setiembre de 1974 debió haber empezado a flexibilizarse la política de precios”.


Aquél primero de mayo

El 1° de mayo de 1974 recuerda un episodio culminante de la “interna peronista” sin resolución. Pese al pedido formulado por el presidente unos días antes a los grupos juveniles, en plaza de Mayo se desvanecería toda posibilidad de conciliación entre la tendencia y lo que la revistaMilitancia llamó “el discreto encanto de la burguesía”, que incluía a Juan Perón.

Éste en su exposición ante las Cámaras del Congreso definió los muchos significados que tenía el concepto de liberación: en lo político, económico, socio cultural, recursos y ecología, científico tecnológico e institucional. Pero sobre todo, formuló un anuncio que para él revestía singular trascendencia y alto significado estratégico: “como presidente de los argentinos -dijo- propondré un Modelo a la consideración del país, humilde trabajo, fruto de tres décadas de experiencia en el pensamiento y en la acción”. Y adelantó, además, la creación del Consejo para el Proyecto Nacional.

Lo ocurrido en la asamblea legislativa resultó momentáneamente oscurecido por lo que luego sucedió en la Plaza de Mayo. Grupos de montoneros gritaban estribillos tales como: “qué pasa, qué pasa, qué pasa, general: /´tá lleno de gorilas el gobierno popular”; “Rucci traidor, saludos a Vandor”. La respuesta de Perón fue una reivindicación de los dirigentes gremiales asesinados, y fustigó con extrema dureza a los “imberbes, traidores, estúpidos, mercenarios”. Los aludidos se retiraron de la plaza.

Sin duda, quien había pensado que era capaz de conducir todo esa tarde se convenció de lo contrario y de que su empresa perdía un costado, dentro de una síntesis imposible. Por debajo de la claridad del conductor, que trató de encauzar al río desbordado, y de la comprensión de su “viejo adversario” Balbín, fuerzas dinámicas, desatadas en la segunda mitad de la década del sesenta, alimentarían el andar de minorías apuradas y darían caldo propicio a los aparatos imperialistas, y a su expertos.


El 1° de julio Juan Perón bebió un poco de té y mantuvo una vivaz conversación con su mujer. López Rega y Gelbard lo visitaron brevemente. A las 10 de la mañana, Isabel convocó a una reunión de gabinete en el comedor de la residencia de Olivos. Afuera el clima producía el milagro de un magnífico “día peronista”.

De repente, el sonido de gritos y de puertas cerradas bruscamente interrumpió el cónclave ministerial. Una sirvienta bajó corriendo las escaleras y llamó a Taiana: “Doctor, ...suba enseguida, que el general se ha descompuesto”. Taiana subió al dormitorio de Perón y se lo encontró sentado en la cama. “Me voy”, le dijo a su médico, mientras el cuerpo entero se convulsionaba y de inmediato perdía el sentido. Eran casi las 10:30 de la mañana.

Le tocó a Isabel dar la mala nueva al país. A penas pasada las dos de la tarde, sentada frente a una mesa con todos los miembros del gabinete de pie a sus espaldas, grabó un video del anuncio final. Con una voz preñada de emoción, la presidenta lamentó el fallecimiento de un “verdadero apóstol de la paz y la no violencia”.

Al terminar el velorio, el ataúd fue sellado y puesto en un coche fúnebre que lo trasladó lentamente hasta Olivos. La cripta de una pequeña capilla ubicada en los terrenos de la residencia serviría como el lugar de descanso eterno del Teniente General.

Presidencia de Isabel

Asunción:

La misma tarde del 1° de julio, a las 14, Isabel Perón asumió el cargo presidencial constitucional. Los militares replegados comenzaron a frotarse las manos porque, sin ser genios, calculaban que el conflicto planteado en la sociedad argentina, y los ingredientes externos, iban a acelerar la crisis de poder en el frente peronista erosionado. El ejército de Lanusse había perdido su batalla política en 1972, pero no se había resignado porque, además, tenía a su favor el viento “occidental” pentagonista, esto en un mundo todavía sometido a la dialéctica Este-Oeste, válida más que nada para el sur y la periferia.

El 14 de Agosto asumieron los nuevos ministros: en Cultura y Educación, Oscar Ivanissevich; en Defensa, Adolfo Mario Savino, y en Interior, Alberto Rocamora. En la Secretaría de Prensa, José María Villone reemplazó a Emilio Abras.

Asesinatos, intervenciones y la debilidad de Isabel:

Agosto de 1974 llegó así con una carga gravosa y el país iba a vivir el primero de los cuatro momentos más críticos antes del desenlace de marzo de 1976. La denominada Alianza Anticomunista Argentina (A.A.A.) efectuaría una serie de asesinatos, especialmente en La Plata (de Luis Macor, Horacio Irineo Chaves, Carlos Pierini y otros). Por su parte, el E.R.P. no se quedaría atrás: el 11 atacó la fábrica militar de explosivos de Villa María (Córdoba) y el Regimiento 17 de Infantería Aerotransportadora de Catamarca.

Otra de las víctimas fue el doctor Silvio Frondizi, muerto por con una bomba el día 30. Por un lado, la guerrilla, y por otro, la activa organización de las A.A.A., no cesarían en sus labores de sangre y violencia. Ya por entonces las Fuerzas Armadas había decidido operar “por izquierda”, y una maniobra de pinzas encerraría y aislaría cada vez más al gobierno.

El 31 fue asesinado el diputado Rodolfo Ortega Peña, que fuera defensor de detenidos políticos durante el gobierno de Lanusse. Junto con Eduardo Duhalde había realizado una importante labor historiográfica y dirigían el periódico Militancia, que expresaba le pensamiento del Peronismo de Base.

El 20 de septiembre el escenario de la Plaza de Mayo fue ocupado por la C.G.T. para agradecer a la presidente la Ley de Contratos de Trabajo. Ese mismo día, fue secuestrado y asesinado en barracas el viejo militante Julio Tomás Troxler por uno d elos grupos de tarea que se cubría con la sigla A.A.A. Seis días después, Isabel Perón pronunció un discurso en el que manifestó que la muerte de militares estaba dirigida a la provocación de un golpe.

El 7 de octubre el gobierno dispuso la intervención federal de Santa Cruz. El día 8 la presidenta jugó una de sus últimas cartas para salir del aislamiento al que estaba siendo llevada: se reunió con dirigentes políticos y presidió una mesa pluripartidista, tlevisada, en la que Ricardo Balbín se refirió a los “microclimas” que la rodeaban. Entre esta fecha y la última semana de junio de 1975, el proceso iba a mostrar crecientes signos de deterioro. Como diría Balbín, la situación se estaba “desencuadernando”.

Nuevos secuestros, asesinatos, copamientos de estaciones, el robo del ataúd con los restos de Aramburu, la muerte del doctor Jordán Bruno Genta , entre otras, se suceden tras terminar octubre.

A principios de 1975 se informó que el costo de vida, en los últimos doce meses, había aumentado un 40,1%.

Bajo rumores de golpe, a fines de febrero, la C.G.T. y las 62 se pronunciaron críticamente sobre la política económica y pidieron más participación en el gobierno., en momentos en que los dos únicos centros de poder reales eran las organizaciones sindicales y las Fuerzas Armadas.

Los atentados, secuestros ya menazas continúan. Las activas A.A.A. se ocupan de figuras del cine y del teatro. El 18 de mayo de 1975 cae asesinado Jorge Money, un periodista de La Opinión. El ministro Rocamora manifiesta que se ocupará de las operaciones de las A.A.A. Una estadística no oficial consigna que, desde el 1° de julio de 1974, la violencia política se cobró 433 víctimas.

A partir del día 11 rodaron las cabezas de los ministros López Rega, Adolfo Mario Savino, Alberto Rocamora y, días después, Celestino Rodrigo. Fueron nombrados Antonio J. Benítez (en Interior), Ernersto Corvalán Nanclares (en Justicia), y Jorge garrido (en Defensa). A López Rega lo iba a reemplazar Rodolfo A. Roballos el día 21. Dos días antes, el ex ministro de Bienestar Social fue “embarcado”, rumbo a Río de Janeiro y Madrid. EL 22 asumió el nuevo ministro de economía, Pedro José Bonanni, y un día después Raúl A. Lastiri debió dejar la presidencia de la Cámara de Diputados.

Isabel ante todo esto proyectaba una imagen de indefensión tal que quedaban confirmadas las peores sospechas de quienes se habían sobresaltado cuando su marido incluyó su nombre en la fórmula. La triste verdad es que Perón no había hecho nada para prepararla para el cargo que ahora ejercía. Dependía de López Rega para todo y las bufonadas de éste no iban a ayudar, precisamente, a la consolidación de la imagen pública del nuevo régimen. En el mes de agosto, un periódico de tendencia izquierdita publicó una foto que lo mostraba participando en una sesión realizada por una secta espiritista en Porto Alegre.

La más sorprendente de todas las historias de Isabel/López Rega dice que un asistente militar de la señora lo encontró abofeteándola y amenazándola con pegarle un tiro.


Entre sus primera medidas estuvo el abandono de los mercados del Este y la adopción de recetas “ortodoxas” que encarecieron el dinero y los costos financieros.

Pese a los controles, el mercado negro siguió funcionando y, al mismo tiempo que violaba la política de precios, facilitaba la creación de “una gran cantidad de dinero, producto de la especulación que no pagaba impuestos ni era registrado, situación que había de tener graves consecuencias en 1974. Lo más probable era que esos fondos se convirtieran en activos financieros que no exigían la identificación legal del inversor, (entre otros) dólares del mercado negro.”(Guido Di Tella, Perón-Perón, 1973-1976)

El dólar bajo, al reducida producción rural y el abandono de los mercados del Este llevaron a una balanza comercial negativa de 135 millones para el primer trimestre de 1975. EL ahogo obligó a Gómez Morales a plantearse la posibilidad de negociar con el F.M.I., lo que implicaba abandonar hasta la retórica d e1973.

Ante la evidencia de su debilidad política, que lo llevaría al fracaso, el ministro de Economía renunció el 29 de mayo. Lo reemplazaría un hombre del riñón de López Rega: Celestino Rodrigo.

El “Rodrigazo”:

Sin un poder político en condiciones de conducir, la concertación se hacía imposible. Desde principios de 1975 se afirma la tendencia de que cada sector trate de obtener ventajas a costa de los demás.

Gómez Morales había concedido un aumento general de salarios del 15% en diciembre y devaluado a la moneda un 50% en enero. En febrero, Isabel concedió otro aumento de $400.- y en el mismo mes se convocaron las paritarias, sin tope salarial alguno.

Al hacerse cargo Rodrigo, la inflación acumulada desde principio de año llegaba al 80,5%, y los conflictos laborales estallaban por todas partes, habiéndose acordado en principio un aumento del 38% a establecerse en la paritarias.

El nuevo ministro legaba acompañado en la secretaría de Programación y Coordinación Económica por Ricardo Zinn, un técnico liberal totalmente ajeno al peronismo, formado en el ambiente financiero privado, que sería el principal elaborador del plan que llevaría el nombre del ministro. Rodrigo y Zinn -y el gobierno, ahora hegemonizado por López Rega- se proponían “liberar los precios, devaluar la tasa cambiaria hasta llevarla a un nivel `realista' muy devaluado, mejorar los precios agropecuarios, estimular la inversión privada, llevar los precios de los servicios y los bienes públicos, disminuir el déficit fiscal, mantener bajos los salarios y , finalmente, doblegar el poder de los sindicatos.” (Di Tella). Pretendían alcanzar tales objetivos por un tratamiento de “shock”, pero curiosamente intentaron ponerlo en funcionamiento en momentos en que los gremios discutían sus paritarias.

Rodrigo produjo una devaluación de la moneda del 100%, llevando el dólar a $30, después de haber estado en $10 en febrero, aumentó las tarifas públicas entre un 100 y un 200 por ciento y pretendió mantener en el 38% hablado el aumento de los salarios. Ante el rechazo sindical, el gobierno ofreció un 45%, que también fue rechazado, y terminó por dejar nuevamente sin topes las paritarias. Esto permitió que los aumentos fueran de un 60% para los gremios más débiles y alcanzara hasta un 200% en los más poderosos, con lo que el plan se derrumbaba.

Se anuncia que habrá un aumento general del 50%, al que se agregarán un 15% en agosto y otro 15% en octubre, tras lo cual Rodrigo anunció por televisión su política de shock.

La reacción fue generalizada. EL ministro de Trabajo, Otero, hombre de la U.O.M., presentó su renuncia, en el Congreso se inician maniobras contrarias a la política del Ejecutivo, que culminarán con la elección de Italo Luder para llenar la vacante de presidente provisional del Senado, postergando a Lastiri de su condición de vicepresidente de hecho. Miguel y Herrera, de regreso de Ginebra, se pusieron a la cabeza de la protesta y la C.G.T. convocó un paro general los días 7 y 8 de julio.

Antes de cumplirse las 48 horas de huelga, el gobierno cede. Los convenios serán confirmados y tanto Rodrigo como López Rega se verán obligados a renunciar al poco tiempo.

Caída:

López Rega se había convertido en el hombre más poderoso y más temido de la República Argentina. La gente lo observaba con la misma fascinada parálisis con que el conejo contempla a la serpiente pitón. La sospecha de que los grupos parapoliciales obedecían a sus órdenes aumentaba día a día. Solamente en el mes de mayo de 1975 hubo 29 crímenes atribuidos a la Triple A. Abogados, sacerdotes, obreros, periodistas, estudiantes y profesores se convertían en los blancos señalados para la extinción. EL gobierno no hacía ningún esfuerzo por detener la carnicería.

A pesar de todo ello, los manifestantes reunidos en la plaza el 27 de junio lo insultaron y se rieron de él y el ministro no pudo responderles. EL aura de omnipotencia que lo circundaba, de repente se desvaneció y sus enemigos se envalentonaron. Los políticos empezaron a pedir su renuncia. Los diarios comenzaron a publicar referencias desdorosas hacia él. Heriberto Kahn escribió un artículo en La Opinión informando que el ejército lo había acusado de organizar la Triple A, citando hechos que apoyaban esta denuncia.

López Rega había llegado al borde del abismo. Las fuerzas armadas exigieron su desplazamiento e Isabel no tuvo otra alternativa que acceder. El 20 de julio, luego de haber sido designado “embajador extraordinario” -sin destino específico- por la presidenta, voló con destino a Río de Janeiro, luego prosiguió hacia Madrid y, muy poco tiempo después, desapareció de la faz de la tierra.

La eliminación de López Rega no redundó en ninguna mejora perceptible en la economía o la seguridad interna del país. La presidenta, cuya tenacidad estaba a la altura de su incompetencia, se negaba a dejar su cargo. El slogan “Isabel es Perón”, acuñado en un esfuerzo por darle mayor autoridad, se había vuelto en contra de cualquier movimiento organizado por los peronistas para reemplazarla.

Durante muchos meses, los rumores de que se estaría gestando un levantamiento militar habían dominado la conversación. No había duda alguna de que las fuerzas armadas iban a intervenir; lo que no se sabía era cuándo lo harían. Sin embargo, las tropas seguían en sus cuarteles. Los generales jugaban con el tiempo, aparentemente con la esperanza de que las cosas llegaran a tales extremos que, después de que los peronistas quedaran desacreditados para siempre, el país entero los reclamaría como los salvadores de la patria.

La hora de las espadas llegó poco después de la medianoche del 23 de marzo de 1976. Un helicóptero que, en esos momentos trasladaba a Isabel desde la Casa Rosada a la residencia de Olivos, sufrió “desperfectos técnicos” y se dirigió a la zona militar del aeropuerto metropolitano. Al aterrizar, soldados armados abordaron la máquina, tomaron a la presidenta en custodia y la pusieron a bordo de un avión de la fuerza aérea que la llevaría hacia la región de los lagos del sur, donde sería puesta bajo arresto domiciliario en la lujosa residencia de descanso del gobierno provincial de Neuquén.

Una junta militar se hizo cargo del gobierno y designo a uno de sus miembros como presidente. El nuevo régimen, a partir de ese momento, pondría todos sus esfuerzos en exterminar la amenaza de la subversión y curar los males de la economía. S iniciabas el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”.

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